Soy Letras
Casi todo lo que soy es de palabras: sus pausas, sus sonidos y sus distintos significados que se arremolinan, y aquí, yo, me reconstruyo en ellas.
Aquello que perdí
Por Carlos Silva @TiempoDetenido
Aquello que perdí, aquello que dejé,
es todo lo que fui, es todo lo que fui,
es todo lo que amé.
Dime si en realidad te fuiste sin saber,
que me ibas a dejar, que me ibas a dejar,
que no ibas a volver.
Yo no comprendo, yo no comprendo, lo que quieres decir.
Y nunca entiendo, y nunca entiendo, a dónde vas a ir sin mí.
Aquello que perdí, aquello que dejé,
es todo lo que fui, es todo lo que fui,
es todo lo que amé.
Mar de noche
Por Carlos Silva @TiempoDetenido
Fui poco a poco siguiendo tus luces,
entendí que no todo brilla de noche.
Encontré en tus ojos mil cielos azules.
Me perdí poco a poco en tus labios sin voces.
Te pedí sin decirlo me hicieras historia
para nunca borrar la marca del tiempo.
Y así vas y vuelves en mi desmemoria,
así vas y vuelves entre blanco y negro.
Sé de caminos porque fui por tu espalda.
Y sé de abismos porque caí en tu mirada.
En el día contigo sin saber ni cuándo,
me perdí en tus ojos de los que no salgo.
En el día a tu lado sin saber ni cómo,
me perdí en tus sueños entre nada y todo.
Fui poco a poco viajando en tus nubes,
entendí que no todo se quema en tu fuego.
Y ese lugar, en donde yo estuve,
es tu mar de noche, aquel mar de viento.
En el día contigo sin saber ni cuándo,
me perdí en tus ojos de los que no salgo.
En el día a tu lado sin saber ni cómo,
me perdí en tus sueños entre nada y todo.
Abre los ojos bien
Por Carlos Silva @TiempoDetenido
Todo fue derrumbe después de que temblamos.
Todo fue tormenta después de que llegamos.
Y todo bien aquí y todo bien allá.
Todo fue paisaje después de que pasamos.
Abre los ojos bien que quiero entrar y no salir,
déjame adentro para cuando vayas a dormir.
Abre tu vida bien que quiero entrar y no salir,
déjame en ella para cuando vayas a vivir.
Todo fue derrumbe después de que temblamos.
Todo fue tormenta después de que llegamos.
Y todo bien aquí y todo bien allá.
Todo se hizo fuego después de que empezamos.
Abre los ojos bien que quiero entrar y no salir,
déjame adentro para cuando vayas a dormir.
Abre tu vida bien que quiero entrar y no salir,
déjame en ella para cuando vayas a vivir.
Abre los ojos bien.
Abre tu vida bien.
Todo fue derrumbe después de que temblamos.
Todo fue tormenta después de que llegamos.
Todo fue derrumbe.
Un día para no olvidar
Por Carlos Silva @TiempoDetenido
Voy a detener aquí el tiempo,
a tocar tu espalda con mis dedos,
tomar tu cintura y no soltarla,
besarte muy lento, muy muy lento.
Voy a detener aquí el tiempo,
a alumbrar con luz estos silencios,
describir momentos con miradas,
descubrir con miradas tu cuerpo.
Para así escribir nuestra historia,
para dibujarla en el viento,
para no olvidar nunca este día,
para no olvidarnos ni ya muertos.
Voy a detener aquí el tiempo,
recorrerte los hombros y el cuello,
derretirte toda, volverte agua,
irme hacia abajo y hacia adentro.
Para así escribir nuestra historia,
para dibujarla en el viento,
para no olvidar nunca este día,
para no olvidarnos ni ya muertos.
Otra forma de extrañar
Hay días que uno se despierta pensando en otros lugares, y no se da cuenta
que en realidad está pensando en las personas que un día estuvieron ahí.
Es otra forma de extrañar.
Luego se descubre cantando canciones viejas que pertenecieron a cierta
historia y que vienen a la mente sin aparente motivo alguno.
Es otra forma de extrañar.
También hay silencios largos donde cabe cualquier recuerdo, y uno cree que
recuerda temporadas específicas de la vida, pero en realidad está recordando a
las personas que fueron parte de ellas. Es otra forma de extrañar.
De vez en cuando llega un olor que nos regresa a algún punto específico del
tiempo, a un lugar, a alguien. Es otra forma de extrañar. Y hay ocasiones en que
pareciera que todos los libros hablan de uno y sus amores, como si la propia vida
estuviera contenida en esas páginas. Es otra forma de extrañar.
Cuando la música duele, es otra forma de extrañar.
Cuando la noche es muy larga, es otra forma de extrañar.
Cuando el frío no se quita, es otra forma de extrañar.
Cuando el tiempo no pasa, es otra forma de extrañar.
Cuando uno siente que falta algo, es otra forma de extrañar.
Cuando la lluvia es adentro, es otra forma de extrañar.
Cuando uno le escribe al otro sin que el otro siquiera sepa,
es otra forma de extrañar.
Te extraño.
De todas las formas, te extraño.
Y yo aquí.
Otro espasmo, otra luz, otra barranca; y yo aquí, buscándome en tu cuerpo.
Un sinfín de lugares que se pierden y me pierden. Una caída de todas las montañas.
Otro espejo, otra fuerza, otro disparo; y yo aquí, huyendo de mí mismo.
He querido convencerme de quedarme. No he sabido hablarme sin rodeos.
Otro día, otra vida, otro imposible; y yo aquí, levantando tu casa sobre el viento.
Inicié una historia que nunca me inició. Igual me pasó con dios, no me ha inventado.
Otro silencio, otra herida, un todavía; y yo aquí, sin olvidar cómo suenan tus pasos.
Digo nunca vuelvas diciendo no te vayas. Digo mi nombre queriendo decir el tuyo.
Otros ojos, otro túnel, un relámpago; y yo aquí, juntando mis pedazos.
Nunca estuve tan lejos de estar cerca. Un día vi jardines entre ruinas.
Otra historia, otro fuego, aquel camino; y yo aquí, dejándome los miedos.
Todo lo que no somos también somos. Todo lo que no fuimos también fuimos.
Otro vuelo, otro cielo, muchas aves; y yo aquí, dándome sentido.
Un cúmulo de tiempo sobre mis hombros. Un horizonte que nunca alcanzaremos.
Otro espasmo, otra luz, otro peñasco; y tú allá, buscándome en la nada.
El mapa lo llevamos en las manos. En las líneas de destino que no vemos.
Otra tú, otro yo, otros nosotros; y yo aquí, buscándome en tu cuerpo.
Para no faltarte nunca
Escribir es construir algo que vivirá dentro de alguien más. Leer es escribir adentro.
Escribir es no faltarle a otros. Leer es perpetuar a alguien más.
Escribir es crear otros mundos, dimensiones, universos. Leer es habitarlos.
Escribir es otra forma de tocar. Leer es una forma de dejarse.
Escribir es levantar puentes y abrir caminos. Leer es atravesarlos.
Escribir es hacer el intento de permanecer más allá de uno mismo. Leer es darle vida a quienes ya no están.
Escribir no es volver, es nunca haberse ido. Leer es vivir historias que no eran nuestras pero ya lo son.
Escribir es otra forma de saber. Leer también.
Escribir es encontrar. Leer aún más.
Escribir es hacer existir lo escrito.
Leer es darle espacio para existir.
Vamos a escribir entonces, a construir en otros, a no faltar, a tocar, a levantar puentes y abrir caminos.
Vamos a leer entonces, a dejar que las palabras nos habiten. A escribir adentro.
Me puse a escribir para crear.
Me puse a leer para creer.
Carta a un amor que ha de llegar
Ninguna distancia es más grande que la voluntad, le dije, mientras trataba de
convencerme a mí mismo. Y es que muchas veces la sensación de estar lejos se
parece mucho a la de estar solo; sin embargo, ya no estamos en edad como para
morirnos de miedo o tristeza por lo que ya vimos que no mata. El futuro normalmente
da vértigo porque es un salto infinito hacia delante donde parece que no
hay nada, pero de vez en cuando somos capaces de ver, con claridad o vagamente,
el inmenso mar de historias que aún no conocemos, pero sucederán.
En este mundo, conocer a alguien es mucho más difícil que no conocerlo.
Somos tantos y en lugares tan diversos, que cuando vemos llegar a otro a nuestra vida,
es buen momento para comprender las razones de ese cruce. La vida parece
coincidencia, pero no es. Más bien somos un montón de hilos que se van enredando con
otros al entrelazar miradas, palabras, cuerpos; un manojo de posibilidades
contenidas; un eterno ir y venir de complementos; esperanzas, parasiempres,
mientrastantos; toda búsqueda emprendida en cualquier tiempo.
De vez en vez, me pregunto cuál será la decisión correcta que provoque el
resultado esperado, nunca sé bien qué contestarme. Lo que regularmente concluyo,
es que cualquier decisión es adecuada porque al haberla tomado se vuelve única y
depende de cada uno asegurarse de que así sea. A final de cuentas, estar vivo es
una cuestión de fe. Hay tantas maneras en las que el universo podría matarnos, que
indiscutiblemente hay una fuerza mayor a la nuestra garantizándonos, al menos, unos
años de vida.
Le atribuyo esta fortuna, no sólo de estar vivo, sino de coincidir, a la
capacidad de nuestras almas de complementarse unas con otras, de buscarse como se
busca un tesoro perdido, de rastrearse y recordarse no importa cuántas vidas
después. Me gusta pensar que las almas al principio de los tiempos estuvieron unidas y
ahora, en esos recuerdos milenarios, cuando se reconocen y se saben cerca, se
visitan una a otra por las noches, se meten a sus camas y a sus sueños, protegen a los
cuerpos del frío aire, se besan en la frente como a un niño, se escurren por las pieles
como agua y se guían unas a otras como ciegos.
Creo, con firmeza, que las almas reconocen su cauce como si fueran ríos
que están ahí desde la formación del planeta y saben su rumbo y sus caminos de
memoria. Creo también que la vida es una constante llegada a las orillas que nos
esperan, que cada paso dado fue en la dirección correcta, que todos los puntos en los
que no nos quedamos también nos dirigían hacia el esperado final. Y creo, por último,
que los más increíbles lugares, son personas, y que las más ansiadas historias, tienen nombre.
Deseo que lleguemos con determinación y contundencia, que no nos quepan
dudas en ningún lado, que tu alma sea un imán para mi alma, y que te
encuentres en mis ojos que te llevan.
Yo, por lo pronto, te escribo desde este lugar del mundo, desde este tiempo
específico en la historia, desde esta silla que sostiene mi peso, desde esta ventana
que deja entrar la luz, desde mis manos que han de tocarte, desde mi voz que
siempre te llamó, desde mis ganas de que aparezcas en cualquier parte y desde mis
convicciones de saber que vienes hacia mí, desde el primer paso que diste.
Ninguna distancia es más grande que la voluntad, me dirás.
El amor vuelve
Queremos el amor de regreso, y siempre vuelve. El problema para nosotros
radica, casi siempre, en que no vuelve desde donde lo esperamos.
Queremos el amor de regreso pero con ciertas condiciones específicas.
Elegir el remitente, por ejemplo, o los lugares adecuados, o aún más complejo, el
momento ideal; pero así no es, así no funciona.
El amor es una fuerza tremenda e incontenible, es una energía que llena y no
se detiene, es una cascada que no deja de caer y una fuente que no deja de
brotar. El amor siempre está. Nos rodea, nos inunda y nos embarga, aunque en
ocasiones no lo percibamos.
Una pregunta más útil para reflexionar, sería si somos capaces de reconocer
el amor en sus distintas formas, proveniente desde diversos orígenes y que
llega en cualquier momento. Y otra más profunda aún, es si sabemos qué hacer
con ese amor.
No podemos decidir el origen del amor que va a llegar a nuestra vida, ni en
qué tiempos, ni en qué espacios. No podemos decidir el trayecto del amor que
damos, ni hacia dónde irá, ni cómo volverá. No podemos decidir las distintas formas que
tiene, ni las personas que lo traen a nosotros. Solo tenemos la certeza de que
regresará desde algún punto, en un momento cualquiera y en cualquier lugar.
Yo he visto el amor volver en la forma de otros brazos, de otros ojos, de otras bocas.
He visto el amor volver en la forma de otras voces, otra música, otros bailes, otros pasos.
He visto el amor volver en la forma de otros nombres, otros paisajes, otros silencios, otras distancias.
Y he hecho al amor volver en la forma de mis manos, de mis palabras, de mi piel. En mi forma.
El amor es el río que vuelve, ese es el hecho, y vuelve con fuerza y sin
frenos. La pregunta que define todo, es si somos el cauce, somos el caudal, si dejamos
que nos lleve, o si nos sentamos a mirar.
El amor vuelve.
De ti y de mí y de nadie más
Siempre se trató de nosotros. De ti y de mí y de nadie más. Es lo que no
entendiste, ni entendí.
Se trataba de una conversación de la boca de uno a los
oídos del otro. Y de un silencio que nos contuviera. De una noche encima de nuestros
cuerpos, y de nuestros cuerpos encima de la noche. Y de todas las noches y
todos los días.
Cuando te decía nosotros, era nadie más y nadie menos.
Siempre se trató de ti y de mí con todo y sin nadie. De dos, solo dos, y el
mundo acompañándonos.
Una vez te imaginé conmigo, y luego no dejé de
hacerlo. Te hice un lugar en mis lugares y te puse casa en mis recuerdos. Hiciste lo
mismo, me vi ahí.
Nos quedamos en esa imagen en la mente del otro y no
supimos cómo hacerla suceder. Y ahí seguimos, en quién sabe dónde y hasta quién sabe
cuándo.
Siempre se trató de ti y de mí, y de todo lo que no somos.
Siempre se trató de nosotros y de lo que quisimos ser.
Es curioso que
siempre he pensado en el miedo como un protector y no como una barrera, pero contigo
no fue así, fue más bien una grieta que dejamos crecer.
Siempre se trató de ti y de mí, y de la grieta entre nosotros,
grieta que es abismo y es muralla.
Grieta que es camino si queremos.
Nosotros no creamos nada
Nosotros, los que estamos aquí ahora, no creamos nada, solo intentamos
darle sentido a lo que ya estaba hecho.
Existían ya todas las canciones, había sido dicha cada palabra y se habían
contado todas las historias una y otra vez. Llegamos cuando todo estaba ahí.
Empezamos a buscar el sentido en esas palabras, en esas historias y en
esas canciones. Escarbamos en lo profundo de todo acto humano realizado hasta
entonces, de cada pieza de arte, de toda página escrita, y no encontramos el sentido por
ningún lado.
De repente, en un momento específico mientras buscábamos en las cosas,
en los lugares o en las ideas, una mano distinta a la nuestra nos acarició el rostro,
unos ojos de otro color se hundieron más allá de nuestra mirada, y una boca que todavía
no nos besaba, pronunció nuestro nombre. Nos besó.
Y entonces y en silencio, como a raíz de un destello de magia, las cosas, los
lugares, las canciones, las historias, las palabras, comenzaron a materializarse
como realidades que vivían en otra persona.
Comprendí así que el sentido de todo está en otro cuerpo, en otra boca, en
otros ojos, y que en ellos viven y se perpetúan las canciones, las palabras, las
historias.
Comprendí también que no vinimos a crear nada, sino a entender, a partir del
amor por alguien más, todo lo que ya estaba creado.
Que no se apague el eco de nuestros nombres en esa otra voz, que justo al
nombrarnos nos hace existir.
Y que no se pierda tampoco el camino hacia otro cuerpo, uno que amemos.
Dame sentido. Lléname todo.
Lléname de sentido. Dame todo.
Como corazón sin cuerpo
Ahí vamos todos como corazón sin cuerpo.
Pareciera, a lo lejos, que todos somos lo mismo.
Pero no.
Pero nada.
Nunca estuvimos más seguros de la vida que cuando la muerte nos pisó el cuello,
nos miró a los ojos,
se nos subió al cuerpo.
Ahí vamos juntos como lobos vagabundos.
La verdad es que a nuestras mordidas les hacen falta dientes.
Todo parece real hasta que le quitamos la piel.
Ahí vamos todos como corazón sin sangre, pero nos movemos, siempre nos movemos.
Entendimos entonces que no importa si no hay pájaros en vuelo, aún nos queda el aire.
No importa tampoco si los barcos se han hundido, aún tenemos agua.
Nunca estuvimos más seguros de la muerte que cuando la vida nos tocó la cara,
nos miró a los ojos,
nos convirtió en fuego.
Y ahí vamos todos como corazón que sangra.
Yo soy el tiempo detenido
Yo soy el tiempo detenido,
la última voz, el casi eco,
el movimiento que sucede y no sucede,
toda posibilidad, cualquier intento.
Yo soy el fuego que se extiende,
y un glaciar inmenso al mismo tiempo,
el deseo que no se ve pero se siente
cuando recorre, como un rayo, todo el cuerpo.
Una flecha, un dolor, una batalla,
una herida, un zumbido, el silencio,
una bala que atraviesa la esperanza,
un ciclo, un mal final, un buen comienzo.
Yo soy la noche que no acaba,
la historia que no pasa de un momento,
las ganas que un día tuve de volverme
el viajero, el espejismo y el desierto.
Yo soy el motor que no se cansa,
y soy también los pasos de aquel ciego,
la desdicha de nunca llegar a nada
y empezarlo todo desde cero.
Un ataque, una mordida, una espada,
un silbido que se oculta en el viento,
un atisbo, un indicio, una palabra,
una huella, una pista, un secreto.
Yo soy la calle iluminada,
lo que queda del amor en un recuerdo,
la música que cura y que desgarra,
la palabra corazón y su acento.
Soy la decisión de abrir las manos,
la tragedia que se cuenta como cuento,
los jardines entre ruinas que creamos,
y los cuentos que no vivo pero invento.
La montaña, el derrumbe, la barranca,
el camino, el accidente y el estruendo,
todo río y su corriente, una cascada,
el océano y su calma, el mar violento.
Yo soy las cosas que perdimos,
la búsqueda que acaba en tus adentros,
las calles que nos vieron alejarnos,
la caída que más bien parece vuelo.
Soy la realidad que construimos
al echar cimientos sobre el cielo,
las manos que no dejan de tocarnos,
y los ojos que no dejan de querernos.
Muchos nombres, cicatrices, mientrastantos,
parasiempres, casinuncas, y aquel beso,
que nos hizo comprender que despertarnos,
no es señal de haber dejado el sueño.
Yo soy el tiempo detenido, el reflejo que aún guarda tu reflejo.
Al borde de su cuerpo
Me puse a describir la nada usando toda la información que no tengo de ella. Fue tan vasta que llené todo el lugar con palabras vacías. Parecía un paisaje de acantilados, y parecía también, una mirada frente a otra.
Nunca supe, con certeza, cuántas palabras se necesitan para construir lo real. Tampoco lo sé ahora.
Lo que supe, al instante, es que yo me reconocería en todo lo que no es, en lo que no existe, en lo que no será.
Me acerco a la nada y la vista es increíble. Lo mismo pasa cuando estoy al borde de su cuerpo.
Cuerpo que es de ella pero mío.
Y yo, que aunque no soy, le pertenezco.
Aunque quememos las naves
1. A las palabras se las lleva el viento, por eso te escribo, para quedarme.
2. Un montón de tiempo detenido, un montón de destinos sin lugares.
3. He querido ir a buscarme en tu cuerpo a ver si me encuentro en cada parte.
4. He llorado por haber llegado lejos y al mismo tiempo por haber llegado tarde.
5. Es triste darse cuenta que los sueños superan tan cabrón las realidades.
6. Y más triste quedarnos con los ojos tan llenos de nubes y de mares.
7. Te voy a extrañar hasta los huesos, hasta la piel quemada que me arde.
8. Hasta la entraña de las ganas que un día tuve de entrar a tus pulmones hecho aire.
9. La condena del amor es el recuerdo que sobrevive aunque quememos las naves.
10. El día en que abrimos nuestras manos nos quedamos sin nosotros y sin nadie.
Y yo aquí
Otro espasmo, otra luz, otra barranca; y yo aquí, buscándome en tu cuerpo.
Un sinfín de lugares que se pierden y me pierden.
Una caída de todas las montañas.
Otro espejo, otra fuerza, otro disparo; y yo aquí, huyendo de mí mismo.
He querido convencerme de quedarme.
No he sabido hablarme sin rodeos.
Otro día, otra vida, otro imposible; y yo aquí, levantando tu casa sobre el viento.
Inicié una historia que nunca me inició.
Igual me pasó con dios, no me ha inventado.
Otro silencio, otra herida, un todavía; y yo aquí, sin olvidar cómo suenan tus pasos.
Digo nunca vuelvas diciendo no te vayas.
Digo mi nombre queriendo decir el tuyo.
Otros ojos, otro túnel, un relámpago; y yo aquí, juntando mis pedazos.
Nunca estuve tan lejos de estar cerca.
Un día vi jardines entre ruinas.
Otra historia, otro fuego, aquel camino; y yo aquí, dejándome los miedos.
Todo lo que no somos también somos.
Todo lo que no fuimos también fuimos.
Otro vuelo, otro cielo, muchas aves; y yo aquí, dándome sentido.
Un cúmulo de tiempo sobre mis hombros.
Un horizonte que nunca alcanzaremos.
Otro espasmo, otra luz, otro peñasco; y tú allá, buscándome en la nada.
El mapa lo llevamos en las manos.
En las líneas de destino que no vemos.
Otra tú, otro yo, otros nosotros; y yo aquí, buscándome en tu cuerpo.
Me hubiera gustado besarte más
Me hubiera gustado besarte más,
beber tus besos, el agua de tu boca.
Me hubiera gustado escucharte hablar
con palabras como manos que me tocan.
Me hubiera gustado atreverme a estar
en el golpe de tus ojos como olas.
Me hubiera gustado saber que vas
a decirme que deseas las mismas cosas.
Me hubiera gustado beberte más,
tu miel de abeja en flores rojas.
Me hubiera gustado aprenderte más,
llenarme con tus labios la memoria.
Me hubiera gustado tenerte más,
escribirte con la boca nuestra historia.
Me hubiera gustado besarte más,
deteniéndome en tus puntos y en tus comas.
La vida va,
en tus labios toda.
Entre tus distancias
Yo llevo en todos mis ojos
las olas de tus miradas
y siento que me revientan
en los peñascos del alma.
Entre las piedras que cortan
con sus navajas mojadas,
me pierdo entre tu espuma,
entre tu agua salada.
Tengo miedo de caerme
desde todas tus montañas
y verme morir en partes
desiguales y cortadas.
Mejor, préstame tus labios
y ponme tus alas, las blancas,
y déjame ver si es cierto
que no muere la esperanza.
Yo soy el sol en la noche,
la luna de la mañana,
soy el dragón de los cuentos
y soy la luz apagada.
Me he convertido en mi cuerpo
para viajar en tu alma.
Me he convertido en el viento
para que me hagas palabras.
Hazme correr a tus brazos,
hazme que bese tu espalda,
desde la punta del cuello
y me pierda entre tus distancias.