Otra forma de extrañar
Hay días que uno se despierta pensando en otros lugares, y no se da cuenta
que en realidad está pensando en las personas que un día estuvieron ahí.
Es otra forma de extrañar.
Luego se descubre cantando canciones viejas que pertenecieron a cierta
historia y que vienen a la mente sin aparente motivo alguno.
Es otra forma de extrañar.
También hay silencios largos donde cabe cualquier recuerdo, y uno cree que
recuerda temporadas específicas de la vida, pero en realidad está recordando a
las personas que fueron parte de ellas. Es otra forma de extrañar.
De vez en cuando llega un olor que nos regresa a algún punto específico del
tiempo, a un lugar, a alguien. Es otra forma de extrañar. Y hay ocasiones en que
pareciera que todos los libros hablan de uno y sus amores, como si la propia vida
estuviera contenida en esas páginas. Es otra forma de extrañar.
Cuando la música duele, es otra forma de extrañar.
Cuando la noche es muy larga, es otra forma de extrañar.
Cuando el frío no se quita, es otra forma de extrañar.
Cuando el tiempo no pasa, es otra forma de extrañar.
Cuando uno siente que falta algo, es otra forma de extrañar.
Cuando la lluvia es adentro, es otra forma de extrañar.
Cuando uno le escribe al otro sin que el otro siquiera sepa,
es otra forma de extrañar.
Te extraño.
De todas las formas, te extraño.