Nosotros no creamos nada
Nosotros, los que estamos aquí ahora, no creamos nada, solo intentamos
darle sentido a lo que ya estaba hecho.
Existían ya todas las canciones, había sido dicha cada palabra y se habían
contado todas las historias una y otra vez. Llegamos cuando todo estaba ahí.
Empezamos a buscar el sentido en esas palabras, en esas historias y en
esas canciones. Escarbamos en lo profundo de todo acto humano realizado hasta
entonces, de cada pieza de arte, de toda página escrita, y no encontramos el sentido por
ningún lado.
De repente, en un momento específico mientras buscábamos en las cosas,
en los lugares o en las ideas, una mano distinta a la nuestra nos acarició el rostro,
unos ojos de otro color se hundieron más allá de nuestra mirada, y una boca que todavía
no nos besaba, pronunció nuestro nombre. Nos besó.
Y entonces y en silencio, como a raíz de un destello de magia, las cosas, los
lugares, las canciones, las historias, las palabras, comenzaron a materializarse
como realidades que vivían en otra persona.
Comprendí así que el sentido de todo está en otro cuerpo, en otra boca, en
otros ojos, y que en ellos viven y se perpetúan las canciones, las palabras, las
historias.
Comprendí también que no vinimos a crear nada, sino a entender, a partir del
amor por alguien más, todo lo que ya estaba creado.
Que no se apague el eco de nuestros nombres en esa otra voz, que justo al
nombrarnos nos hace existir.
Y que no se pierda tampoco el camino hacia otro cuerpo, uno que amemos.
Dame sentido. Lléname todo.
Lléname de sentido. Dame todo.