Como corazón sin cuerpo

Ahí vamos todos como corazón sin cuerpo.
Pareciera, a lo lejos, que todos somos lo mismo.
Pero no.
Pero nada.

Nunca estuvimos más seguros de la vida que cuando la muerte nos pisó el cuello,
nos miró a los ojos,
se nos subió al cuerpo.

Ahí vamos juntos como lobos vagabundos.
La verdad es que a nuestras mordidas les hacen falta dientes.

Todo parece real hasta que le quitamos la piel.
Ahí vamos todos como corazón sin sangre, pero nos movemos, siempre nos movemos.

Entendimos entonces que no importa si no hay pájaros en vuelo, aún nos queda el aire.

No importa tampoco si los barcos se han hundido, aún tenemos agua.

Nunca estuvimos más seguros de la muerte que cuando la vida nos tocó la cara,
nos miró a los ojos,
nos convirtió en fuego.

Y ahí vamos todos como corazón que sangra.