Yo soy el tiempo detenido
Yo soy el tiempo detenido,
la última voz, el casi eco,
el movimiento que sucede y no sucede,
toda posibilidad, cualquier intento.
Yo soy el fuego que se extiende,
y un glaciar inmenso al mismo tiempo,
el deseo que no se ve pero se siente
cuando recorre, como un rayo, todo el cuerpo.
Una flecha, un dolor, una batalla,
una herida, un zumbido, el silencio,
una bala que atraviesa la esperanza,
un ciclo, un mal final, un buen comienzo.
Yo soy la noche que no acaba,
la historia que no pasa de un momento,
las ganas que un día tuve de volverme
el viajero, el espejismo y el desierto.
Yo soy el motor que no se cansa,
y soy también los pasos de aquel ciego,
la desdicha de nunca llegar a nada
y empezarlo todo desde cero.
Un ataque, una mordida, una espada,
un silbido que se oculta en el viento,
un atisbo, un indicio, una palabra,
una huella, una pista, un secreto.
Yo soy la calle iluminada,
lo que queda del amor en un recuerdo,
la música que cura y que desgarra,
la palabra corazón y su acento.
Soy la decisión de abrir las manos,
la tragedia que se cuenta como cuento,
los jardines entre ruinas que creamos,
y los cuentos que no vivo pero invento.
La montaña, el derrumbe, la barranca,
el camino, el accidente y el estruendo,
todo río y su corriente, una cascada,
el océano y su calma, el mar violento.
Yo soy las cosas que perdimos,
la búsqueda que acaba en tus adentros,
las calles que nos vieron alejarnos,
la caída que más bien parece vuelo.
Soy la realidad que construimos
al echar cimientos sobre el cielo,
las manos que no dejan de tocarnos,
y los ojos que no dejan de querernos.
Muchos nombres, cicatrices, mientrastantos,
parasiempres, casinuncas, y aquel beso,
que nos hizo comprender que despertarnos,
no es señal de haber dejado el sueño.
Yo soy el tiempo detenido, el reflejo que aún guarda tu reflejo.